Historias de la familia |
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Manuel Magariños Mera (1872 – 1912) – el delineante

Mi bisabuelo Manuel Magariños Magariños Mera (1872-1912), el abuelo Manolo, como le llamaban mi madre y mis tíos, jugó un breve pero esencial papel en la la tradición oral familiar.
Manuel había nacido el cinco de julio de 1872, en Madrid, en la época de la primera república, en la calle de la Huerta del Bayo, 5., en la misma casa en la que había vivido su abuela, María Hermida, hasta su muerte en 1865. Era hijo de Antonio Magariños Soutullo, natural de Puenteareas, y de Cipriana Mera Hermida, natural de Xerdiz, provincia de Lugo, ambos emigrantes gallegos que se habían trasladado a Madrid en busca de un futuro mejor.
Le bautizaron el día seis de julio de 1872, en la parroquia de San Millán y San Cayetano, tal como consta en su certificado de bautismo. Era hermano de Emeterio Magariños.
A pesar del origen humilde de sus padres (cocinero él y sirvienta ella), Manuel consiguió de alguna manera desarrollar una profesión en la que pudo aprovechar sus dotes para el dibujo.
No sabemos cómo logró aprender o estudiar el oficio de delineante pero sabemos que en 1895 trabajaba como «obrero» (en la época se llamaba así a los delineantes) en la Brigada Obrera y Topográfica del Ejército, una unidad cuya misión era dibujar planos y mapas.

Fuente: Expediente Matrimonial de Manuel Magariños e Ignacia del Pozo. Archivo Histórico Diocesano de Madrid.

Se casó con Ignacia García del Pozo (1877-1936) en 28 de mayo 1903, a las ocho de la mañana, en la parroquia de San Andrés. Tuvieron tres hijos: el primogénito Manolín, que murió de niño, mi tío abuelo Antonio Magariños y mi abuelo Carlos Magariños.

La familia debía de llevar una vida relativamente acomodada en la calle Jorge Juan 24, cuando la desgracia se cebó en ellos. En 1909 murió Manolín y el 24 de enero de 1912, con 39 años, el propio Manuel, de fiebres tifoideas, dejando a su viuda y a sus hijos en una precaria situación económica. Su funeral tuvo lugar en la antigua iglesia de la Concepción, en la calle Hermosilla (no en la actual, que fue inaugurada en 1914).

Ignacia tuvo que trabajar de modista y, como no podía mantener a los dos hijos, decidió ingresar a mi abuelo (con sólo cinco años) como interno en el Colegio de San Ildefonso.